SINOPSIS
Eduardo y Florencia se aman intensamente desde niños a pesar de la abismal diferencia de clase entre ellos que le impone una mordaza a ese amor. Como si esa condena fuera insuficiente, sin que lo sepan, en el pasado yace una amenaza que acecha sus destinos. Florencia es la menor de cinco hijos de Alejandro Lagos, orgulloso criador de caballos de pura sangre y propietario de una gran empresa productos de lácteos. Eduardo es el hijo único de María, el ama de llaves de la casa de los Lagos. Jinete por naturaleza, Eduardo es el amigo leal y el cómplice de juegos y travesuras de Florencia. La infancia de Florencia y Eduardo ha transcurrido sin sobresaltos, ignorantes de ellos y quines más los aman, de que sus vidas son el instrumento a través del cual una vieja deuda de sangre comenzará ser satisfecha. Un siniestro plan de venganza contra todo lo que rodee al apellido Lagos, comienza el día que Alejandro contrata a Paulina Riascos como su nueva asistente.
La joven, quien viene muy bien recomendada, es una realidad el arma que ha entrenado pacientemente Eusebio, el desconocido medio hermano de Alejandro Lagos, para arrebatarles a él y a todos sus herederos, todo lo que considera suyo. Aunque la amistada entre Eduardo y Florencia no le era desconocida a Alejandro Lagos y hasta ese momento la había considerado inofensiva, su esposa Genoveva, influenciada por Paulina, insiste en separarlos. Eduardo es internado en un colegio en la ciudad. Florencia se queda sola, bajo los cuidados de María y a merced de Paulina, quien ahora se concentra en su siguiente propósito: convertirse en la esposa de Alejandro. Con destreza impecable, Paulina le da muerte a Genoveva a la vez que culpa a Irene, su hija mayor. Como lo tenía previsto, la capacidad de manipulación de Eusebio a través de su pupila, llega al clímax dos años después cuando Alejandro Lagos anuncia su boda con ella. Todos parecen estar de acuerdo con la decisión, excepto María, quien desde la partida de Eduardo ha sido sometida a un tormento sin tregua por parte de la nueva señora de la casa. Mientras Eusebio y Paulina ejecutan su terrible plan, Eduardo y Florencia crecen en mundos distantes. Ella en la hacienda, él, becado en los Estados Unidos. Las cartas que se enviaron el uno al otro durante años nunca llegaron a su destino, retenidas por María en su afán de impedir un amor que consideraba imposible.
La falta de noticias los lleva a borrar el recuerdo de su amor infantil. La víspera de la boda de Florencia, Eduardo regresa a la hacienda Lagos angustiado por una grave enfermedad de su madre. María, ya moribunda, le narra el suplicio al que estuvo sometida, un relato que lo llena de dolor y rabia. Antes de expirar, le entrega un cofre donde esconde un gran secreto, el mismo que al ser revelado hará que su hijo se enfrente cara a cara con un enemigo insospechado. Convencido de que Florencia y su familia les hicieron un daño irreparable a su madre y a él mismo, Eduardo decide ocultar su identidad para desenmascarar tantos horrores. Es así como regresa a la vida de Florencia con un nuevo nombre y rostro que , gracias a varios años de ausencia, nadie reconoce. Y es precisamente la mirada de ese supuesto desconocido la que acecha en sueños a la bella Florencia reviviendo en ella sensaciones olvidadas que le impiden consumar un matrimonio que sólo mantiene debido a que su esposo es cómplice de Paulina en su plan de quedarse con todos los bienes de la familia Lagos. La presencia de Eduardo la perturba… como si presintiera que se trata del hombre que amó desde niña. A Eduardo los rumores sobre el mal avenido matrimonio de Florencia lo toman por sorpresa y la posibilidad de que ella aún lo recuerde lo llena de gozo.
En el camino hacia el verdadero amor, Florencia se enfrentará fatalmente a la maldición de Eusebio Beltrán. Eduardo, por su parte, se sumergirá en una batalla que lo hará descubrir que la venganza está peligrosamente cerca de lo que pensó que era justicia.