En Portales de La Cabrera, un ostentoso edificio de la capital, el polémico financista Pedro Ospina aparece muerto. Todo indica que fue un suicidio, pero Sara Yunus, periodista y residente del lugar, cree que fue un asesinato y hará lo posible por demostrarlo.
A lo largo de su investigación, Sara no sólo encontrará pistas que la acercan al asesino de Pedro, sino que además irá descubriendo los funestos secretos que rondan a los los habitantes del edificio. La periodista tendrá que enfrentar el peligro de la muerte, mientras lucha al tiempo por evitar que su esposo pague por un crimen que no cometió.
La muerte de un residente de Portales de la Cabrera, dejará al descubierto los más siniestros secretos que se esconden tras las paredes del edificio habitado por lo más selecto de la clase alta de la ciudad.
Sara Yunus, periodista del periódico El Meridiano, publica una noticia que pone en evidencia la inminente quiebra de la empresa Valores Ospina, sin importar que su dueño, Pedro Ospina, haya sido el primer hombre que le robó el corazón. Dos semanas después de haber desatado el escándalo y cuando parece que por fin Pedro le va a entregar a Sara la lista de quienes hicieron inversiones ilegales en la empresa, él aparece muerto en su apartamento de Portales de la Cabrera. Una herida de bala, una pistola en su mano y un hilo de sangre parecen indicar que Ospina se suicidó. Todas las personas cercanas a Pedro y los residentes de Portales de la Cabrera creen a ciegas en esta teoría de la fiscalía menos Sara, quien por intuición y porque conocía muy bien a Pedro, sospecha que a Pedro lo mataron y no piensa descansar hasta encontrar al asesino.
Pedro Ospina dedicó sus últimos años a la captación de dinero y se hizo millonario. Logró construir un emporio, y reconocidas personalidades invirtieron grandes cantidades de dinero con él aprovechando los altos intereses y las utilidades libres de impuestos que suponían las ilegales colocaciones. Después de conocerse la noticia de su quiebra, Valores Ospina queda completamente hundida y Pedro se ve inmerso en la persecución asfixiante de sus acreedores que reclaman incluso más de lo que les debe.
Ahora sus enemigos son muchos y más de uno tal vez quiera verlo muerto. De esta forma, los residentes y empleados de Portales de la Cabrera se convierten en sospechosos del crimen. Así aparenten lo contrario, todos tienen algo que esconder, y ahora no pueden permitir que las miradas de los medios se posen sobre el edificio y sus prestigiosos habitantes. Incluso Sergio Sader, futuro esposo de Sara, llega a convertirse en uno de los más probables autores del crimen, no sólo por sus celos sino porque las circunstancias lo señalan como otro de los ocultos inversionistas de Pedro. Y aunque Sara se niega a creer que sea culpable, tiene que escoger entre el amor que siente por él y su firme deber ético de encontrar la verdad.
A medida que las investigaciones de Sara avanzan y el misterio se complica, los secretos de los habitantes de Portales de la Cabrera van saliendo poco a poco a la luz: una mujer que le es infiel a su marido con el marido de su propia hermana; una esposa que le esconde plata a su esposo para ahorrar y algún día dejarlo, un honorable Senador de la República que evade impuestos y tiene relación con grupos ilegales, y un candidato a la presidencia que cometió un crimen. Pero al final, el menos esperado, el único que parecía tener muy claro el principio de la verdad y la honestidad, termina siendo el asesino de Ospina. Ahora la vida de Sara corre peligro, porque el verdadero asesino no está dispuesto a dejarse atrapar…