Tía Alison

Auténtica, soltera, independiente y rumbera. Respira la alegría de la mujer latina, de barrio, que mantiene el optimismo en las limitaciones económicas y enfrenta los problemas con salidas creativas, segura de que nada en esta vida le quedará grande. Practica un “espanglish” muy particular, con el que espera hacerse entender cuando alcance su sueño de quedarse a vivir en Los Ángeles U.S.A, para convertirse en la mejor tatuadora de las estrellas de Hollywood. Esta divertida hipoglucémica, que siente mareos y se desmaya cuando se le baja el azúcar, también es la tía más alcahueta del mundo. El espejo de haber visto en primer plano la dura vida de su madre y su hermana Olga, trabajando de sol a sol, matándose para criar a los tres “engendros” (como les dice a sus adorados sobrinos) y con malas experiencias en el amor, es el motivo por el que ha sentenciado que NUNCA, pero NUNCA, se va a casar ni va a tener un hijo… y por siempre será solamente “LA TÍA”, pero la vida la obliga a convertirse en una mamá 24/7 para sus tres sobrinos, dos adolescentes y una niña, en un viaje donde tendrá que aprender a los golpes y sin manual de instrucciones.

Trabaja como defensor de familia en el instituto que protege los derechos de los niños; es el abogado encargado de acompañar los procesos de adopción. Es humano y comprensivo en su trabajo; muchas veces se deja llevar por el corazón y se extralimita en sus funciones, porque él no ve casos sino personas y porque tiene una gran sensibilidad que le permite conectarse con los dramas de aquellos que luchan contra todo tipo de limitaciones para sacar adelante a sus seres queridos. No tiene hijos, ni está casado, en parte porque su trabajo es su vida y su familia son los niños a los que les busca hogar; ellos y su abuela Carmenza, la mujer que lo crio cuando quedó huérfano a temprana edad y que ahora, desde el geriátrico en el que pasa sus últimos días, sigue siendo su voz de la conciencia. Su novia Lorena también es su jefa en el Instituto y, aunque mantienen el romance oculto en la oficina, ella le ofrece estabilidad, compañía, apoyo y un “piso” sólido sobre el cual sostenerse, pero Alison es la mujer que llega a su vida para quedarse, a pesar de que son diametralmente opuestos; con ella aprende el valor de improvisar, el placer de soltarse la corbata y dejarse llevar, porque el corazón es el único lugar en donde no gobiernan las leyes y lo más bello del amor es la imperfección.

Dirige el instituto que protege los derechos de los niños, es la jefe de Gustavo. En su trabajo es rígida y exigente, al punto de que infunde más miedo que respeto y exige perfeccionismo a quien trabaje con ella, pero no porque le falte corazón o porque goce con el sufrimiento ajeno, sino porque es consciente de que tiene en sus manos el futuro de muchos niños huérfanos que están bajo su cuidado en el Instituto de la niñez; ellos son el centro de su vida y sería incapaz de perdonarse la equivocación de dejarlos en manos de unos padres que los pondrán en riesgo. Prefiere muy bien separada su vida profesional de la personal y nadie en la oficina sospecha que sostiene un noviazgo con Gustavo, su talón de Aquiles. El dolor de sentirse traicionada por el amor de su vida la llevará a tomar decisiones equivocadas contra Alison y el gran peligro es que Lorena tiene en sus manos la potestad de decidir si los sobrinos se quedan bajo la custodia de Alison o si la aleja para siempre de ellos.

Es el típico emprendedor de barrio. Es socio y gran amigo de La Cuqui, con quien tiene una versátil tienda con rockola y hasta minimercado. Es un poco fantoche, pero es un gran ser humano, colaborador y generoso. Creció con Alison, en el barrio y está enamorado de ella. Sueña con casarse y tener hijos a su lado, ojalá una media docena, pero debe conformarse con ser su amigo, a secas y a veces su amigo “con derechos”, lo que quiere decir que de vez en cuando rompen un límite, sin que se genere un compromiso sentimental o de “exclusividad”. Pero el Flaco no pierde la esperanza y hace todo lo que está en sus manos por enamorar a Alison y por romper su miedo al compromiso. Al obsesionarse con una mujer que no le corresponde, no ve, o no quiere ver, el amor que su socia, la Cuqui, siente por él y su frustración de amar en una sola vía se hace mayor cuando descubre la gran conexión que nace entre Alison y Gustavo, el “aparecido” que llegó para quitarle a la mujer que ilumina sus días.

Es el noble, ingenuo y enamoradizo sobrino de Alison. Desde muy chiquito le han enseñado que es el “hombre de la casa” y, por eso, siempre está dispuesto a hacer lo que sea por su familia. Luego de la muerte de Olga, se siente en la obligación de cuidar y proteger a sus hermanas, pero esa consigna lo meterá en más de un lío y le causará más de un dolor de cabeza a su tía Alison. No es el mejor de los estudiantes –de hecho, es el peor–, pero él hace lo que puede con lo que tiene. Su mayor anhelo es que Kimberly, su gran amiga y de quien está profundamente enamorado, algún día lo tome en serio. El problema es que Kimberly tiene otro pretendiente fuerte: Bayron, el chico malo del barrio. Al encontrar a un rival de esa talla, Washington intenta jugar al “niño malo”, un disfraz que le queda grande y le dejará una lesión muy complicada que lo deja en silla de ruedas..

La sobrina cerebrito de Alison es la antípoda de su hermano Washington. Es tan preparada que se sabe hasta el PIB de Ucrania y de todos los países de la antigua Cortina de Hierro. Está segura de que su inteligencia la llevará lejos. Odia la gente desleal, no soporta la traición, es terca por naturaleza, y está convencida de que nadie es más inteligente que ella. Justamente, esa inteligencia es su principal obstáculo para hacer amigos porque considera que los demás son unos brutos y nadie le llega ni a los talones. Por eso se siente sola y ese es, en el fondo, su gran karma, porque se refugia en la ilusión que le genera su amor platónico, un “influencer” llamado Yefri, el típico adolescente irreverente, que hace bromas sin medir las consecuencias, al tiempo que desnuda su fragilidad frente a sus millones de seguidores. Por Yefri, Dakota se convierte en “influencer”, con todo lo que implica para una adolescente tan frágil como ella el exponerse a miles de desconocidos que la cuestionan, la critican y se burlan de ella. Yefri también alimenta en Dakota la ilusión de encontrar a su padre biológico, la única persona en el mundo que la entenderá, por eso se dedica a buscarlo y cuando cree encontrarlo, ni su gran inteligencia y rigurosidad para hacer las cosas bien, la libran de equivocarse una y otra vez, en un camino que acentuará su carácter depresivo y la llevará al borde del suicidio.

La mimada sobrina de Alison es lo que llaman una “pequeña tirana”. Es una niña consentida porque su mamá se encargó de recordarle toda la vida que es un ser especial. De los tres hermanos, es la que más sufre la partida de la mamá. Es muy inteligente y sabe manipular. Es por esto que siempre quiere hacer su voluntad y cuando no es posible, arma tremendas pataletas para lograrlo. Sin embargo, lo único que Luisiana tiene claro es que su tía Alison daría todo por ella y ella también daría todo por su tía. Luisiana también es luz, es ternura y es una de las razones por las que Alison se esfuerza cada día en aprender a ser una mejor mamá.

Es la incondicional mejor amiga de Alison. Ella se gana la vida con un oficio poco común: es tanatoesteticista (maquilla cadáveres) y lleva trabajando discretamente por más de 10 años para que sus “clientes” se puedan despedir de sus familiares con una “buena cara”. Es pragmática, lúcida y algunas veces pesimista. Leal como ella sola, siempre tiene la palabra exacta en el momento exacto y no vacila en ayudar a quien lo necesita. Puede ser un poco desconfiada y eso la ha hecho de malas en el amor. No tiene afán de enamorarse; se siente más cómoda entre los vivos que entre los muertos y hace rato entendió que debe esperar pacientemente hasta que aparezca un tipo capaz de aceptarla tal cual ella es. Y si no sucede, pues mala suerte… así es la vida. Es un poco lúgubre al vestir. El negro se volvió su color de cabecera al lidiar a diario con tanto deudo doliente. Es una mujer muy bella, pero esa belleza la oculta en una apariencia un tanto gótica que la hace verse inaccesible.